Prejuicios en la ciencia estancan el conocimiento en torno a las experiencias cercanas a la muerte
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Pim Van Lommel afirma en su libro  Consciencia más allá de la vida  que la propia ciencia impide avanzar en el análisis y el conocimiento de estos fenómenos debido a que se niega a abordarlos a pesar de que existen. Sin llegar a ser un acontecimiento demostrativo de lo que hay después de la vida, ¿por qué en general la ciencia –una disciplina basada en la experiencia y la observación– mira para otro lado y no profundiza en estos fenómenos desde una perspectiva del conocimiento científico?

 

Pim Van Lommel fue impulsor de un macroestudio acerca de las ECM (Experiencias Cercanas a la muerte), cuyas conclusiones ha contextualizado en su libro mediante las diferentes visiones religiosas y los nuevos presupuestos cuánticos.

 

El propio Van Lommel explica su primer contacto con una ECM: el electrocardiograma de un paciente suyo con infarto de miocardio estaba plano, las enfermeras intentaron reanimarle utilizando el desfibrilador sin resultado alguno. Reanudaron el masaje cardíaco, lo desfibrilaron una segunda vez, y tras un periodo de inconsciencia de unos cuatro minutos, el enfermo respondió. Sucedió en 1969 y Van Lommel era entonces un joven cardiólogo holandés. Posteriormente el paciente le habló de un túnel, de colores y de luz, una explicación que se repite en muchas persons que han pasado por estos trances.

 

Años más tarde, Raymond Moody puso de moda estos asuntos con el exitoso  Vida después de la vida, y los expertos en ciencias ocultas comenzaron a hablar acerca de estados limítrofes con la muerte y de la intensa paz interior que emanaba de ellos, lo que provocó que, en poco tiempo, este tipo de experiencias salieran de la órbita del mundo científico para instalarse en el de los opinadotes de fenómenos paranormales.

 

Pim van Lommel trabajó durante más de veinticinco años en un hospital docente con ochocientas camas. Después de aquella primera experiencia y después de hablar con cientos de sus pacientes que habían sufrido un paro cardíaco, quedó atónito al descubrir que, lejos de haber perdido la conciencia durante el período en que habían estado clínicamente muertos, sus pacientes recordaban haber vivido una experiencia extraordinaria, algo que a Van Lommel, como científico, le era difícil de aceptar. Así pues, decidió estudiar el fenómeno sistemáticamente durante veinte años en su clínica con un equipo especializado, y en 2001 publicó una síntesis de su investigación en la prestigiosa revista médica The Lancet, causando con ello un revuelo internacional.

 

La ciencia: ¿razones insuficientes?

 

Desde el punto de vista científico, algunos expertos se han aventurado a explicarlo del siguiente modo: en las personas clínicamente muertas tiene lugar una anoxia (falta de oxígeno) y una hipercapnia (aumento de la presión parcial de dióxido de carbono) considerables. Y, supuestamente, estos dos factores explicarían algunas de las características que dicen sentir las personas que han pasado por una ECM.

 

Es conocido que el cerebro representa sólo un 2% de la masa corporal, pero consume un 20% de toda la energía del organismo. Según estos expertos, la falta de oxígeno tiene necesariamente que afectar profundamente a su funcionamiento. Y existe una gran similitud entre las características de la hipercapnia con las de las experiencias cercanas a la muerte, sostienen.

 

La falta de oxígeno probablemente afectaría en primer lugar a aquellas células que tienen un mayor metabolismo, que suelen ser las células pequeñas, generalmente inhibidoras, por lo que se tendría que producir una desinhibición de ciertas funciones.

También se dice que los resultados concuerdan más con la presencia aumentada de dióxido de carbono que con la anoxia. La psicóloga británica Susan Blackmore sostiene que, cuando el cerebro se queda sin entradas sensoriales, comienza a construir un modelo de la realidad coherente con datos internos, utilizando la memoria, las expectativas y la imaginación. Todos estos datos, algunos deteriorados por la hipercapnia y la anoxia, serían experimentados como sucesos externos.

 

Sin embargo, Pim van Lommel ofrece en su libro abundantes pruebas científicas de que las “experiencias cercanas a la muerte” son un fenómeno que no puede atribuirse a la imaginación, la psicosis o la falta de oxígeno. Los hechos evidencian que la consciencia es algo mucho más vasto y complejo que el cerebro y que sigue existiendo pese a la ausencia de toda función cerebral, según el cardiólogo.

 

En su estudio, además, van Lommel introduce estas experiencias en un amplio contexto cultural que va desde las diferentes visiones religiosas del pasado hasta los nuevos presupuestos de la física cuántica, en donde estos fenómenos tienen un lugar coherente dentro de sus modelos teóricos.

 

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