Kolomna es la hermana menor de Moscú
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Ya en el siglo XII el asentamiento estaba ceñido por un terraplén con vallados – dice la empleada de la Agencia de Turismo Liga Tour, Tatiana Konoválikova:

–La primera mención de Kolomna aparece en los anales de 1177, o sea que en 2012 la ciudad celebra su 835 aniversario. El príncipe Gleb de Riazán es considerado como el fundador de Kolomna, aunque hay otra versión que reza que ya existía cincuenta años antes de esa fecha. Dicen que Kolomna es la hermana menor de Moscú (Moskva, en ruso), pero si la ciudad existía antes, entonces es mayor que Moscú.

Kolomna se encontraba en el cruce de importantes rutas comerciales y más de una vez fue objeto de cruentas luchas, primero de los príncipes de Vladímir y después de Moscú. Kolomna desempeñó un gran papel en el rechazo de las incursiones de las hordas tártaro-mongolas durante los largos años de lucha contra la Horda de Oro. Salta a primer plano el significado estratégico-militar de la ciudad, que en los siglos XIV y XV es el punto de concentración de las tropas rusas. El príncipe de Moscú Dmitri, apodado más tarde Donskói, en 1370 pasaba revista en esa ciudad a las druzhinas (druzhina: guardia de los príncipes en la antigua Rusia), que se dirigían al campo de Kulikovo para combatir contra las huestes del Kan Mamai. La leyenda dice que Dmitri se comió un puñado de tierra y recibió la bendición para el combate del reverendo Sergio de Rádonezh, que se encontraba junto a élen el campo Dévichi. Ese lugar, en la margen izquierda del recodo del río Oká, desde donde se abre una maravillosa vista, siempre era considerado bendito. Un mes después, Dmitri Donskói obtuvo una victoria increíble sobre las tropas de la Horda de Oro varias veces superiores a las “druzhinas” rusas. En general Kolomna desempeñó un papel muy especial en la vida de este príncipe, que amaba mucho la ciudad –dice Tatiana Konoválikova:

–En Kolomna largo tiempo existió una diócesis, la ciudad era el centro de la vida espiritual del Principado de Moscú. En la ciudad había permanentemente un obispo y la iglesia siempre fue el primer consejero del príncipe. Además, en el predio del Kremlin de Kolomna estaba el palacio de verano del príncipe. Dmitri Donskói con frecuencia venía a nuestra ciudad para pedir consejo al obispo o simplemente para descansar. En una de las iglesias de Kolomna contrajo matrimonio con la princesa Evdokia de Súzdal.

El Kremlin de Kolomna sigue siendo la perla de la ciudad. En su aspecto actual empezó a construirse en la primera mitad del siglo XVI, durante el reinado del zar Basilio III. Para ese entonces el Estado de Moscovia se había anexado la República de Nóvgorod y Pskov, y pretendía reforzar las fronteras del sur. Por eso el Kremlin debía corresponder con el espíritu de la época. El enemigo no debía entrar en la ciudadela. Y verdaderamente los enemigos nunca más consiguieron tomar por asalto el Kremlin de Kolomna, el segundo más grande después del de Moscú. A propósito, durante su construcción los artífices tomaron como modelo el Kremlin de Moscú. La longitud de las murallas era de dos kilómetros, su grosor oscilaba entre los tres y cinco metros, y la altura – entre dieciocho y veinticuatro metros. Llegó a tener diecisiete torres, de las que sólo quedan siete. La torre esquinera circular Kolómenskaya, también conocida con el nombre de torre de Marina, presenta un aspecto expresivo, artístico. Este último nombre está relacionado con la leyenda que cuenta que allí en 1614 fue encerrada la aventurera Marina Mnishek, esposa de Dmitri El Impostor, hijo del zar Iván el Terrible que supuestamente sobrevivió por milagro. Según una versión, ella murió allí “de tristeza, añorando la libertad”. Según otra, “se convirtió en urraca y salió volando por una aspillera”.

La ciudad es hoy un gran centro religioso, tiene cuatro monasterios – prosigue Tatiana Konoválikova:

–Dos de mujeres en el predio del Kremlin y otros dos de hombres. El más antiguo es el Viejo Monasterio masculino de la Epifanía de Golutvin, fundado a finales del siglo XIV por orden de Dmitri Donskói. Puede considerarse que su fundador fue Sergio de Rádonezh. Los templos en el recinto de esos monasterios están abiertos, se puede entrar en ellos, admirar la decoración y asistir al oficio religioso.

En los últimos tiempos ha crecido considerablemente el flujo turístico. Además de las interesantes excursiones, los turistas pueden comprar numerosos souvenires. Les aconsejamos visitar la Casa de los Regalos con su exposición-venta de labores de Kolomna. Se trata de bordados, labores de punto tejidas con agujas con gancho, carteras hechas a mano. Kolomna también tiene sus marcas conocidas: vinos de miel y la famosa pasta de fruta de Kolomna, que es un producto único, que se puede probar solamente allí y en ninguna otra parte del mundo. Una pequeña caja de unos ciento cincuenta gramos cuesta entre doce y quince dólares. Demás está decir que la pasta de fruta vale lo que cuesta. Tiene un sabor delicioso. Son manzanas, arándanos rojos, peras o algunas otras frutas rayadas y batidas con clara de huevos. Y nada más, ni azúcar ni conservantes. Lo más seguro es que se la coman en contados minutos.

La Voz de Rusia


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